domingo, 20 de junio de 2010

La elección


- Por favor, siéntese y en seguida la atenderemos.

El lugar era paradójicamente cálido y aberrantemente acogedor. Podría haber escogido cualquiera de los cientos de locales de la ciudad, donde por una cantidad mucho menor de sudor de tu frente me darían un producto muy parecido. Pero no, yo quería el lujo y la perfección. No buscaba lo mejor, sólo darme un capricho, un último suspiro inspirando el poder, oliendo la corrupción decadente.

- ¿Ha escogido ya?
- Si, creo que será el número 3.
- Excelente elección, señor. Cuando esté todo preparado le conduciremos a su habitación.
- Gracias, muy amable.

A mi lado, un hombre cano y con cara de triste fumaba nerviosamente. En frente una pareja de enamorados cogidos de la mano se miraban tiernamente a los ojos.

- Oiga, amigo. ¿Y usted por qué ha venido?
El hombre cano me miraba con ojos penetrantes esperando una respuesta.
- Todos tenemos un motivo para estar aquí, pero creo que, en el fondo, es que fallamos buscando la felicidad.
- ¡Ja! Amigo. La felicidad no es una cosa que se pueda encontrar. Yo lo descubrí hace mucho tiempo. Sólo tratamos de alcanzarla inútilmente. ¿Cree usted que esa parejita de enfrente son felices? Mirándose de esa manera. Seguro que piensan que esto es muy romántico. ¡Además de jóvenes son tontos!
- Como he dicho antes… todos tenemos un motivo.

La enfermera interrumpió nuestra conversación y se llevó al hombre cano hasta su habitación. Antes de entrar se despidió con la mano y logré encontrar, quizás, un atisbo de arrepentimiento en sus ojos. Daba igual, ya era demasiado tarde.
Las paredes estaban pintadas de color naranja empalagoso. Había varios carteles con información del local y de sus servicios. La pareja se levantó y siguió a su enfermera. Me preguntaba por qué había ido a parar allí. ¿Por qué la vida te da siempre a escoger el camino más difícil?

-Señor, acompáñeme, por favor.

Seguí a la enfermera hasta una habitación. La luz era totalmente distinta, mucho más fría. En medio había una cama y todo el color era blanco impoluto.

- Por favor, desnúdese y túmbese en la cama.

La enfermera salió de la habitación y me comencé a quitar la ropa. La americana que ella me regaló. La camisa con su olor impregnado. En realidad todo me la recordaba. En realidad yo no era otra cosa que una extensión suya. En realidad siempre había sido suyo. Traté de olvidar esos sentimientos y me tumbé en la fría cama, pero eran precisamente esos sentimientos los que me habían llevado donde estaba.
Una puerta se abrió al otro lado de la habitación. La enfermera entró seguida de un hombre vestido con una túnica blanca. Una capucha, también blanca, protegía su rostro. La enfermera se acercó con un papel, que desplegó en frente mío, y comenzó a leer.

-De conformidad con la ley de eutanasia activa de 2050 y a tenor de los atenuantes de incapacidad psíquica o psicológica de autoejecución, debidamente justificados por informe forense, y de acuerdo con la ley de procedimiento ejecutor y la ley de libertad empresarial, a continuación se procederá a la ejecución por poderes del sujeto abajo firmante. ¿Está de acuerdo con lo expuesto señor?

Traté de buscar en mi interior si quedaba algo del ser humano que había sido, si hubiera algo escondido tras la culpa. Pero no lo hallé.

-Si, estoy de acuerdo.
- Cómo método de ejecución el sujeto ha escogido muerte por asfixia, ¿es eso correcto, señor?

Ya casi no podía oírla. Sólo veía las imágenes de ella tratando de escapar del coche. Luchando por salvar su vida mientras el río la reclamaba para sí. Ojalá no hubiera bebido tanto esa noche. Ojalá le hubiera hecho caso. Ojalá me hubiera muerto con ella.

-Si, es correcto.
-Bien. ¿Desea decir unas últimas palabras?

Los ojos se me llenaron de lágrimas y por un momento creo que la volví a ver.

-Si. Cariño, te quiero.
-Verdugo, por favor, puede dar comienzo al acto.

3 comentarios:

  1. Lobito que bien trabajas el suspense.
    Saludos amigo

    ResponderEliminar
  2. Un relato conmovedor, muy bueno, que a pesar de lo triste que me ha resultado... es una de esas lecturas que no podré olvidar nunca.

    Besos
    Hideout

    ResponderEliminar
  3. Gracias a los dos por pasaros por aquí. Es un honor y un placer tener lectores como vosotros. Saludos y besos

    ResponderEliminar

Aullame o ladrame