domingo, 30 de enero de 2011

El lobo enjaulado



El lobo regresa a su jaula. Allí dentro aún queda alguien para lamerle las heridas.

El lobo se ha dado cuenta que el bosque está lleno de peligros.
La luna le llamó y con su quebrada faz le deslumbró.
Le mostró senderos perdidos en el bosque, serpenteantes, excitantes y, a veces, alcanzables.


Pero esos caminos en realidad acababan en un muro. En realidad simpre estuvo ahí, esperándole.
En realidad los senderos acabaron y él no se dió cuenta, y en realidad el muro lo creó él.
Un muro imposible de saltar. Un muro que edificó anteriormente.

Y ahora, de regreso en su jaula, asoma el hocico por los barrotes.
Y ve el bosque, pero ya es demasiado tarde.
Se quedará allí, tal vez, para siempre.
Durmiendo con la infelicidad como compañera.
Pero, en realidad, es su único sitio, siempre lo fue.

Quizás la luna vuelva a salir y le llame otra vez.
Pero la jaula es fuerte y sin la llave adecuada no podrá salir.
Y el tiempo pasa y la jaula se va oxidando, y con ella la cerradura.

Hasta siempre, aulla el lobo. Hasta siempre, mi bosque querido.

domingo, 16 de enero de 2011

Lo que siempre se escapa





Era la historia del alba
un rayo eterno de plata,
una brisa suave y blanca,
que despertaba a la mañana.

Eran las horas más soñadas,
un tiempo que no terminaba,
un momento que deslizaba
por las sedientas gargantas.

Era la ansiada etapa
donde los besos se juntaban
en medio de tu piel dorada,
con el sabor de la mar brava.

Pero entonces vino la nada,
aquella que nunca hablaba,
aquella que siempre se calla,
y oculta penas amargas.

Y entonces todo se aclara,
como un fuego en la mañana,
como un ansia esfumada,
cuando el olvido amenaza.

Aquella historia se acaba
con rosas en tu almohada,
con besos negros en el alma,
con espinas ensangrentadas.

Aquella historia se zanja,
firmando con sangre cansada,
llorando lágrimas gastadas,
fingiendo ser una extraña.

En la noche giro la mirada,
buscando estrellas novatas,
tendiendo puentes de plata
a lo que siempre se escapa.