domingo, 23 de agosto de 2009

El lobo y el lodo


Un viejo lobo, herido de sentimientos extraños, cansado del peso del mundo sobre sus hombros y de la reacción del suelo sobre sus agrietadas patas, se para a descansar junto al lodo sobre el que camina y deja que la suciedad cubra sus pelos.

Expuesto a su sufrimiento, cierra los ojos para descubrir lo que yace en su interior. Una madeja negra está tejida en su mente, confundiéndolo, ahogando los deseos puros en el fondo de un recuerdo brillante.

El lobo se tumba en el lodo y el barro ennegrecido cubre sus ojos, su hocico, su boca... Solo sus orejas permanecen atentas a un sonido esperado, pero que sabe que no llegará. Aún así el viento sorprendido mece las ramas y un quejido atraviesa el espeso aire hasta sus orejas, y de ahí hasta lo más profundo de la mente del lobo.

Pero ya es tarde, el lodo se ha introducido por su boca y por su hocico, cubriendo todo a su paso, extrayendo el aire y su vida. A su paso solo queda suciedad, pulmones llenos de barro. Y de la boca abierta de aquel viejo animal, volando agitada por el aferro a la vida que dejó, una mosca negra aparece, batiendo sus alas y limpiándose el lodo pegado en ellas, testigo molesto del imparable ciclo de la vida.

jueves, 20 de agosto de 2009

Despedida


Era un abrazo de invierno, cálido.

Me envolviste con tu cuerpo como si fuera la última vez que fuéramos a vernos, es más, lo intuía.

La luna brillaba encima de nosotros, blanca y pura, pero tus ojos temblaban entre lágrimas compungidas.

Me lamiste la mejilla, suave y tiernamente, y yo simplemente emití un sonido quejo.

Por la senda oscura te marchaste, moviendo la cola, sin volver la vista atrás.

El gélido viento heló mi última lágrima, que cayó al suelo convertida en frágil cristal.

Y al romperse ya te habías ido.

Y al darme cuenta de tu ausencia mi garganta estalló en un aullido.

Y el eco del aullido resonó por el bosque cubierto de sombras.

Y el bosque no respondió a la llamada.

Y me quedé en silencio.

Pensando.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Cicatriz de amor


Dijiste que no te importaba nada que estuviera sucio o cubierto de pelo.

Dijiste que no te importaba si mis dientes eran amarillos y mis garras estaban rotas.

Dijiste que no te importaba si aullaba en tu oido y te llegaba hasta el alma.

Dijiste... tantas cosas, que ahora me avergüenzo de estar sucio y cubierto de pelo.

Me avergüenzo de que mis dientes sean amarillos y de que mis garras estén rotas.

Me avergüenzo de aullarte al oido y no llegar hasta tu alma, porque...
en un descuido me mordiste y con tus colmillos atravesaste mi corazón.

Y tu marca permanece, cicatriz de amor, pero tu presencia se desvanece, y solo quedan tus huellas.... marcadas sobre la nieve que cubrió mi amor.

Invitación



Escucha lo que por mi hocico se aventura a salir.

No sientas miedo de las sombras de la noche, y avanza tus pasos por la senda de mi camino. Mis huellas humedas te llaman, como a mi la luna; y tu alma desnuda se tiende a mis patas.

Lamo tus heridas con ternura , y te invito a actuar de forma desatada, a hacer una locura.

¿Por qué no aullamos juntos a la luna, y le pedimos que nos deje difrutar esta noche?

Quizás te espanten mis dientes, pero no temas, que no te morderé, a menos que tu quieras.

Y juntos haremos locuras lobunas, y juntos regresaremos a nuestras madrigueras, cuando la luna llame al sol, y nuestros destinos se desvien.

viernes, 14 de agosto de 2009

Bienvenida

He oido un susurro agudo silbando mi nombre, y mis orejas de lobo se han girado intentando localizarlo. Pero ha sido en vano.

He olido tu suave perfume de loba en celo, y mi nariz se ha vuelta loca intentando captar tu esencia. Pero ha sido en vano.

He visto tu imagen desdibujada en las aguas sombrias del rio de la vida, y mis ojos se han quedado en blanco intentando ver tu espiritu. Pero ha sido en vano.

Sin embargo tu abrazo me envuelve y tu presencia se siente, y aunque no estés me siento acompañado. Y aunque te vayas te tendré siempre.