lunes, 23 de noviembre de 2009

DANZAME


Esto es lo que siento, cuando te acercas a mí
Descalzo y desarmado me vierto y derramo a tu lado
Oigo ecos de tu pasado y huelo tu encanto
Adoras volverme loco, aumentar mi deseo
Bailas, tu pelo roza mi cara
Elevo mi cabeza y miro arriba
Rompes mi camisa con tus manos certeras.
Dejo que en mi pecho juegue tu melena.
Tu lengua me roza y contoneas tus caderas
Lo deseas, lo quiero y lo temo
Tu dedo se pierde en tu húmeda boca
Y lo saboreas como si fuera otra cosa
Me miras y cruzamos nuestros ojos de fuego
Supongo que eres todo lo que espero
Ahora quiero ver ese trasero
Giras al ritmo de una música extraña
Que solo oyes en tu cabeza
Y me encuentro con lo que deseo
Te acercas, me revuelvo, te aprieto y te siento
Sigues bailando, sentada sobre mí
Agitando tu cuerpo, moviendo tu espalda
Mis manos te abrazan, siento la pasión.
Como un huracán te levantas
Y me derrotas con solo una mirada
Me derrumbas y me echas sobre el suelo
Supongo que ahora empezará la canción
Tus ropas vuelan como aves espantadas
Las mías ya son sólo un jirón
Nos mezclamos en un anhelo
Solo dos gemidos y un te quiero
Y el baile se hace mas intenso
Calor, espasmos y mucho fuego
Sentada encima de mí
Tus pechos me recuerdan la gravedad
Tu pelo, el movimiento del mar
Y mis manos acarician tu cuerpo de seda
Quizás eso es todo lo que me queda
Jadeos, sudor, y un montón de besos
Y en un momento yaces sobre mí
Ardo como un volcán en tu interior
Y adivino en tus ojos un poco de amor

sábado, 21 de noviembre de 2009

La cantora


Cuan hermoso su rostro era, aunque reflejaba una sutil amargura. A medida que mis ojos se posaban en el brillo de los suyos, un escalofrío me recorría, como si una delicada prenda de seda se deslizara por mi dorso desnudo. Eran de color miel, grandes y melancólicos. Miraban a un lugar que mi vista no podía alcanzar, quizás perdido en el entresijo de su mente. Mi corazón latía al escuchar cuan dulce era su cantar, acompañado por el afable sonido del laúd.

Sus palabras hablaban de amores tormentosos, de pasiones que no llegaban a encontrarse, que deambulaban entre la desesperación y el deliro.

Dos amantes, ungidos por el hechizo de un beso furtivo, se debatían entre el deber y el amor más profundo. Guerra y polvo y hombres armados y sangre demarrada se mezclaban en su cántico con la más pura devoción, y sus ojos se empañaban de recuerdos ya pasados y casi olvidados. Como nubes grises se vislumbraba su rostro, y su garganta tembló cuando pronunció su nombre.

Sus ojos vibraron y un manantial de sentimientos brotó de ellos. Su respiración se hizo más profunda, su garganta casi se quebró, y el canto paró.

La calma del final no hizo frenar su llanto. Su faz quebrada de esperanza me estremeció.

Dime cantora de otras tierras, ¿Qué fue de aquel hombre y de aquella mujer que tanto se amaron?

Entonces se dio cuenta de mi presencia, y forzó una sonrisa en su cara, y enjugó sus lágrimas.

Él joven murió por el despecho de su amada, que en verdad, amaba con locura a aquel muchacho. Y como un huracán de rabia estrelló su vida hacia la batalla, pereciendo por el odio del rival, que no era otro que el padre de su amor.

Sus palabras encogieron mi ser, no pudiendo imaginar esa absurda situación.

¿Y que fue de ella?

La cantora se apresuró a la puerta de la estancia, sujetando sus faldas para no pisárselas, con el alma en un puño y su sollozo al borde del precipicio. Pero cuando estuvo frente a ella, se giró y dijo.

Dicen que vagabundea por el mundo contando su desdicha, a lomos de su tonada, con un laúd como equipaje, y su amor roto como guía, evitando que la desventura de otros sea como la suya propia, llenando de sentimientos los corazones de los desangelados, infligiendo devoción a los faltos de espíritu y aumentando sus pasiones.

Reproduje sus palabras en mi cabeza y uní los cabos de lo obvio y contuve lágrimas en mis ojos por su dolor.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Amor Vacio


Creo que se me acabó el amor.
Tomé un recipiente demasiado grande para llenarlo
Y no me percaté que estaba rasgado.
Y lo poco que logré introducir en él,
Se me fue derramando por la vida,
Fría, verde y cansina.
Con mis zapatos rotos lo pisé sin querer
No pude recoger sus pedazos quebrados,
Ni llorarlos, ni repararlos.
Y ahora, que la mitad del camino
Ya se encuentra recorrida,
Me doy cuenta que no queda nada.
No me queda amor que dar,
Ni siquiera una migaja para mí.

lunes, 16 de noviembre de 2009

A mi padre


Supongo que mi padre se dejó morir. Cubierto por la losa del tiempo, con una vida que ya no se sujetaba a los parámetros de la misma, sino más bien a qué hacer por los demás, se abandonó a sí mismo, buscando la felicidad en el fin.

Y yo supongo que no supe rescatarlo. No supe infundirle ánimos, ni tolerar sus últimos desvaríos. Quizás el peso de mi mundo me asfixiara cómo a él el suyo. Quizás no me atreví a traerlo por la senda adecuada, porque él no era de esa clase de personas que deja que nadie les guíe, y mucho menos sus hijos.

Así que los últimos días estuvimos más bien enfrentados. Él se aferraba a una vida que llevó y que, por lo menos le dio unos buenos momentos, aunque fuera precisamente esa vida la que llamaría a la parca, y yo me esforzaba por esconderme del peso de la responsabilidad, y de escapar de un mundo que se cerraba a mi paso en una única dirección.

Pero el final temido llegó, y ni siquiera pude decirle adiós. Como un leño consumido su cuerpo le abandonó y su espíritu huyó de su tortura quizás demasiado pronto. Y aún recuerdo mis últimas palabras “A ver si mañana estás mejor”, que me pesan como una montaña.

No había sentido tanto dolor en mi vida como en aquel momento. Era cómo si la pena no me cupiera en el pecho y sin embargo no podía salir. Me quemaba por dentro. Pero mi dolor no era lo importante. Él no volvería a ver a nadie. No volvería a ver a sus nietos, aún demasiado niños para recordarle. No podría intentar reconducirlo a la senda, era demasiado tarde.

Y desde entonces me dio por pensar que hay que vivir la vida, que se acaba y después no hay nada más. Y a pesar de eso sigo sin vivirla y supongo que mi final también llegará. Y tal vez me quede pensando si luchar por ella o dejarme morir también.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Tus ojos


Tus ojos, que me miran y me queman.
A través de los que puedo ver mi alma.
Grandes y redondos, llenos de sentimientos,
Que me envuelven y me abrazan.

¿Te acuerdas cuando reías
De mis queridas tonterías,
Y yo me quedaba atontado,
Mirando tus ojos?

Siempre quise esconderlos de la oscuridad,
Para que iluminaran mi sendero gris.
Y en ese camino echarlos a volar,
Cuando te tuviera al fin.

Un beso no era suficiente,
Una caricia nunca me dejo atado
Llenando por completo mi mente,
Como lo hicieron eses ojos dorados.

Buceo en mis recuerdos
Y todo lo que encuentro
Son esos ojos
Son esos ojos.

Y me esfuerzo en olvidar aquello
Por lo que un día vendí el mundo
Aunque sé que lo más bello
Fue que estuviéramos juntos…

Encerrados en tus ojos
Sintiendo en tus ojos
Amando en tus ojos
Viviendo en tus ojos.