jueves, 30 de diciembre de 2010

Añoranza





Como el alba que besa mi inquietud,
siento la mañana solitaria.
Como el día que perdí mi juventud,
siento aún un ansia extraña.

Y entre las luces apareciste tú,
enredándote en mi telaraña.
Y entre tus abrazos perdí la virtud,
aquella que apenas te mostraba.

Los corazones se volvieron de fuego.
Las noches apenas avanzaban.
Y se deshicieron del compás del tiempo,
ocultas tras una avalancha,
de miel, de nata, de caricias y besos.

Y nos comíamos con urgencia el alma,
y nos arrastramos hacia el sur,
al que tu cuerpo de gata nos llevaba,
escondidos en tu pequeño baúl,
de besos, de caricias, de miel y nata.

¿Y cómo quieres que no se inquiete el alba
sin ver tu reflejo,
si tu cara no se posa en mi almohada?
¡Oh, cruel espejo!
Muéstrame su rostro tras mi vacía mirada.

¿Y cómo aún quieres continuar con el torneo,
con la paz firmada?
¿Y cómo buscas despojar de aire al viento,
tras una borrasca?
¿Y cómo quieres que el sol nuble el fervor
de la añoranza?

domingo, 19 de diciembre de 2010

Nunca se deja de sufrir



Puede que sea este pobre corazón
que aún se acuerda de ti.

Tal vez una mella en el fiel amor,
que se arrastra y sangra sin razón,
por la senda del sufrir.

He sentido altivo el frío
y las ganas de vivir.

Huí hacia aquel horizonte,
que se transformó en gris.

Huí hacia aquel horizonte,
que se transformó en gris.

Me cubrí de aquel azote,
y me puse a dormir.

Nada cambia en este vil mar
con el alba indiferente
de mi oscuridad.

Nada cambia en este vil mar
que se alza con el fiero viento
de la libertad.

Este mar que romperá a llorar
cuando encuentre aquel momento
de fría realidad.

Soy la brisa de la deslealtad
a la promesa de un beso,
que echó a volar.

Todas las cosas que olvidé
Todas la noches sin reír.

Todos los besos que dejé,
en los puertos que partí,

Y yo jamás me perderé
tú enséñame a fingir.

Nunca se muestra bien la piel,
Nunca se deja de sufrir.

Gracias a Fito&Fitipaldis por Me acordé de ti.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Tú y sólo tú



De los muros de tu azul frialdad
me aterro.
En las yermas intenciones del mar
me pierdo.

Y tu,
sólo tu,
con tu boca altiva de plata
con el valor metido en la garganta
me dejas anhelando una palabra.

Tu y sólo tú,
que desde el comienzo del valle
me espantas,
que permites que este deseo calle
y se valla,
que ahondas en la herida creada.

Regalarme,
tan sólo una pueril mirada,
sería el comienzo del alba.

Y brindarme,
un capitulo de esperanza,
sería, por fin, la paz ansiada.

y sólo tú
me ahogas en una tormenta de dudas,
me entregas al fiero oleaje
de codiciar un cruel ultraje,
o rendirme a la certeza desnuda.

De las canciones de felicidad
me acuerdo.
En la añoranza de tu mirar
me pierdo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Quebrole



Quebrole la tibia y el peroné
y se quedó durmiendo de pié.

Oyole marchar raudo e incauto
como vespa del tio Raimundo.

Gritole fuerte con la voz de flauta
y los picos largos en la nalga.

Girole el viento cual veleta
y todos dándole a la pandereta.

Viole huir de avestruz de paso
y cayole el mundo de un trago.

Fumole de pipa el buen tabaco
y amargole el olor del abrazo.

Besole con labios de seda
y escupió versos a madreselva.

Soñole una movida samba
y las carnes en añoranza.

Comiole el alma el mandato
y arrastrole por el vil fango.

Quebrole la jícara y el canuté,
dormida en un mero traspiés.

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿No te atreverías?



A veces me sonrío, como un loco que evoca una antigua mirada, un sentimiento que pervivió, alojado en un hueco del corazón y que se aventura a buscar un nuevo lugar, al amparo de una simple canción.

Y a veces siento el viento de invierno en mi cara, el que me recuerda que existió una cosa llamada vida, escondida tras unos ojos que declararon la guerra a un país invadido, y no hicieron prisioneros.

Y en algún sitio perdido de mi alma, aguarda semialetargada la antigua pasión, la que partió en el mismo momento en que se escuchó el adiós, en el que el tiempo posó sus fríos pies en el camino de la tristeza.

¿No te atreverías a exprimir el amor y dejarlo goteando y derramado sobre el sepulcro del rencor?
¿No te atreverías a descubrir que tras mi rostro jocoso se oculta el llanto que anhela ser enjugado?
¿No te atreverías a volver del revés mi mundo y dejarlo suspirando, extasiado y sosegado, arropado por los susurros de tus caricias?

Y en cualquier momento el mar se acabará, la noche robará el cielo al sol y yo me encontraré nuevamente con los pies mojados y sin rastro de tus ecos.