jueves, 4 de marzo de 2010

La reina verde



La reina verde en su palacio de hielo
Oculta su rostro tras un sutil velo,
Encarna su alma como el vil acero
Y corta mi esencia con fino deseo.

Desde mi fiel ardor guerrero
Observo siempre sus contoneos
Y otorgo calma a mis devaneos
Temiendo decir algo blasfemo.

Pero su paso se tercia certero
Su corazón pierde su desvelo
Y su piel se convierte en brasero
Al compás de su verbo destrero

Surge del mar y propaga su veneno
Veneno tan dulce como el enebro
Que sacia tu ansia de tormento
Y perfila la silueta del regodeo

Me inclino ante el ser supremo
Que acertó ser su compañero
Entre las frías nieves del anhelo
Y la humedad de su eterno lecho.

Mi puño se redime de su desconsuelo
Entregando palabras al viento
Aguantando un leve lamento
Esperando que velen su sueño.

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