martes, 6 de julio de 2010

Felicidad


Llámela eterna, despojada del peso del tiempo.
Siéntela sobre su nuca, acaríciela un momento.
Déjela reposar sobre su vientre dichoso
Y que aparezcan mariposas a su antojo.
Gócela, gímala, estrújela y vierta su esencia
Colmate su boca de los latidos de una sentencia.
Y piense cuán dichoso sería si apenas la alcanzara
Si su mente no le jugara una mala pasada
Y que todo lo que sus sentidos dijeron
No se perdiera en el fondo del caldero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aullame o ladrame