sábado, 20 de febrero de 2010

Desánimo



Las nubes se levantan. Y a pesar de parecer que estoy con amigos, en realidad estoy sólo. Siempre lo he estado. Los conocidos no han hecho muesca en mi alma. Se podría decir que no tengo amigos, sólo personas que se encuentran a un cierto nivel de mí. Porque en el núcleo, donde reside mi verdadera esencia, no habita nadie más que mi desánimo. Y si alguna vez hubo una persona que llegó a atravesarlo, pasó con tal fuerza que lo traspasó, y se quedó orbitando a mi alrededor, imposible de acercarse más.

Miro el reloj. Ya es demasiado tarde. Tarde para empezar de nuevo, con todos esos pequeños satélites a mi alrededor. Tarde para perder el sueño sin realmente hacer nada. Me pregunto por qué me sentiré tan mal y porqué seguiré escribiendo. Quizás aclare mis ideas, aunque no creo que vaya a solucionar nada.

En otros tiempos noveles, esto parecía otra cosa. Se me antojaba que podría encontrar el contacto humano que tanto ansiaba, pero no hay contacto a este lado del teclado. ¿Debería romper las pantallas de la comunicación y arrastrar a los satélites conmigo? No lo creo, no cabrían y se despedazarían por el camino. No puedo hacerles eso. Además ¿y si no encuentro lo que busco al otro lado? Me quedaría aún más sólo. Desde mi atalaya ni siquiera los satélites contemplaría, sólo las estrellas lejanas, pequeños destellos inalcanzables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aullame o ladrame