jueves, 30 de diciembre de 2010

Añoranza





Como el alba que besa mi inquietud,
siento la mañana solitaria.
Como el día que perdí mi juventud,
siento aún un ansia extraña.

Y entre las luces apareciste tú,
enredándote en mi telaraña.
Y entre tus abrazos perdí la virtud,
aquella que apenas te mostraba.

Los corazones se volvieron de fuego.
Las noches apenas avanzaban.
Y se deshicieron del compás del tiempo,
ocultas tras una avalancha,
de miel, de nata, de caricias y besos.

Y nos comíamos con urgencia el alma,
y nos arrastramos hacia el sur,
al que tu cuerpo de gata nos llevaba,
escondidos en tu pequeño baúl,
de besos, de caricias, de miel y nata.

¿Y cómo quieres que no se inquiete el alba
sin ver tu reflejo,
si tu cara no se posa en mi almohada?
¡Oh, cruel espejo!
Muéstrame su rostro tras mi vacía mirada.

¿Y cómo aún quieres continuar con el torneo,
con la paz firmada?
¿Y cómo buscas despojar de aire al viento,
tras una borrasca?
¿Y cómo quieres que el sol nuble el fervor
de la añoranza?

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