jueves, 17 de diciembre de 2009

Sueño de mujer...



Es cierto que me vuelves loca, pero estando tan cerca, no me atrevo ni a mirarte. Te acercas y ni te das cuenta que estoy aquí. Pero yo te sigo con mis ojos. Ojos que arden al sentirte tan próximo. Y si, por casualidad, te paras junto a mi, el corazón se me apresura y un extraño calor invade mi cuerpo. El resto de gente del parque no parece notarlo, pero yo me siento observada por toda esa multitud, que camina y grita, que pasea en silencio cogidos de la mano, o que simplemente se extiende sobre la fresca hierba a disfrutar de ese sol de primavera. Tú, sin embargo, te alejas de mi banco. El banco donde me siento todos los días, esperando que algún día te decidas a mirarme. Esperando que, de repente, te des cuenta que te observo, y notar ese brillo en los ojos, como cuando alguien se topa con las flechas de cupido, y que te acerques hacía mí. Y que, sin ni siquiera preguntarme el nombre, tus labios se junten con los míos. Y que, sin poder evitarlo, y sin importarte el resto de la gente, te abalances sobre mí y me hagas el amor sobre aquel banco, o sobre la hierba.

Me digo a mí misma que aquello es imposible, que sólo es una fantasía, aunque te espere cada día en el mismo banco, del mismo parque. Tu atlética figura me aturde cuando te acercas corriendo, como es lo habitual en ti. Casi no me atrevo a reconocerlo, pero, oculta tras unas gafas de sol, he vigilado el tamaño de tu miembro. Bajo esos pantalones cortos tan apretados he intuido la dimensión de mi felicidad. Me he imaginado cientos de veces tocándote esos duros y sudados abdominales y acompañándote a la ducha cuando llegaras a casa. Yo te frotaría todo el cuerpo con mis sedientas manos hasta que no quedara un centímetro de tu piel sin acariciar.

Pero hoy me siento diferente. Algo extraño se ha despertado en mí, como una fiera hambrienta en medio de la selva. Hoy me pongo unas medias de rejillas y las braguitas y sujetador de fina lencería negra que me regaló mi ex. Me pongo un vestido ajustado y suave, que deja gran parte de mi cuerpo a la vista, de un color llamativo, un color que quiero que te llame a ti. Mis pechos asoman por el escote, reafirmados por la lencería, casi hasta lo imposible, y la minifalda no deja mucho a la imaginación. Me pongo zapatos de tacón alto, de aguja, mientras pienso que así será difícil caminar por los jardines. Elijo un maquillaje para mi cara, especial, quiero que notes mi presencia entre todas las flores del parque. Al verme en el espejo me siento muy puta, pero esa nueva situación me gusta. Me siento excitada, nerviosa, cachonda y animada a hacer una locura, cuyo, de otra parte, final desconozco y temo al mismo tiempo.

Las horas pasan, sentada en aquel banco. Ya ha pasado mucho tiempo desde que debería haber aparecido, y me pongo nerviosa pensando que estoy haciendo allí, que aquello es una locura. Pero decido esperar un poquito más, sólo un poco más, o todo el día si hace falta. Los moscones no dejan de aparecer e irse, buscando probablemente una intimidad conmigo, que yo no estoy dispuesta a darles, atraídos por mi indumentaria, como una abeja a una flor. Llamo la atención en aquel parque. Mi ropa desentona y hasta las mujeres se giran a mirarme. Y luego critican con voz baja con sus maridos, mientras éstos babean sin apartar la vista de mí. Se que estoy preparada.

Un rayo de sol, procedente de la colina de enfrente, me ciega cuando apareces. Reacciono de forma precipitada, puesto que sin quererlo, ya estás casi a mi altura. Me levanto casi de un salto y como si de una novela rosa se tratara me apoyo en el árbol que hay junto al banco. Deslizo mi pié por el tronco y pongo una pose extraña, creyendo ser elegante. Tu pasas de largo. Me siento profundamente herida y casi sin pensar, y con lágrimas en los ojos, emprendo el camino contrario, a paso ligero, casi corriendo. De repente, escucho una voz y me doy cuenta que es tu voz, tan masculina, detrás de mí y dejo de andar. No me atrevo a darme la vuelta. No me atrevo a comprobar si me estás llamando a mí, o tal vez, a otra persona. Tengo miedo de hacer el ridículo, otra vez, de sentirme más dañada. Pero en ese momento me tocas el hombro y sé que eres tu. Me giro y veo tu cara, tan cerca por primera vez. Veo tus ojos, azules como el cielo, como el mismo cielo que había estado mirando durante horas. Me dices que me he dejado el bolso en el banco y por qué corría. Yo me armo de valor y te digo que es de ti de quien huyo, de tus ojos azules, de tu cuerpo, por que si no huyo me abalanzaría sobre ti. Tu estás aturdido, pero tras un segundo, que parece un milenio, te acercas y me besas apasionadamente. Yo respondo a tu beso buscando tu lengua y te abrazo. En ese momento todo parece girar alrededor nuestro. Ya nada importa, solos tu y yo. ¿Qué importa si el resto de la gente nos está viendo con cara extrañada? ¿Qué importa donde estemos? Tu boca de seda se desliza por mi cuello y yo levanto la cabeza, y dejo que el sol bañe mi cara. Me apetece devorarte, comerte entero allí mismo, y mis brazos bajan por tu camiseta sudada y acarician tu musculatura. Me vuelven loca los besos de tus labios, que deslizas sabiamente hasta mi escote. Me embriaga el olor a macho que desprendes y mis mano alcanzan tu culo y te apreto los glúteos en un acto de pasión. Tu, mientras tanto, ya has conseguido alcanzar mis pechos y consigues sacar uno de mis pezones por el escote, supongo que no te habrá costado mucho, y lo lames con tu lengua ansiosamente. Mi boca estalla en un gemido sin reprimir, y en ese momento ya se que soy tuya, siempre lo he sabido, y ahora sé que eres mió.

Durante un momento de cordura, nos damos cuenta que todo el mundo nos mira. Que critican a gritos y amenazan con llamar a la policía, pero eso a mí ya me da igual, porque ya te he conseguido. Separas la boca de mis pechos y me miras a la cara. Yo me quito las gafas. Me dices tu nombre, que resuena en mi cabeza, mientras yo te digo el mío. Y nos vamos caminado a tu casa por el parque, cogidos de la mano, como el resto de parejas.
------------
Y si quieres oirlo viajando en la suave voz de una amiga:

Archivo comprimido de audio(enlace arreglado)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aullame o ladrame