lunes, 7 de diciembre de 2009

El camino


En las sombras de tu cuerpo me escondo de tus miradas.
Caminas con pasos de plata sobre el suelo inundado de tu encanto.
El aire huele a una mezcla de tu cariño y de tu lujuria.
Casi no me atrevo a hablarte, me pesa la garganta y
la valentía imaginada se difumina entre tus piernas,
como la bruma de mi ansia se pierde en tu distancia.
Mas, sabedora de tu poder, giras tu cabeza,
tu melena se retuerce tratando de escapar de tu belleza,
y me guiñas un ojo dorado, cubierto de capas de mentiras.
Ojala mis piernas no flaquearan.
Ojala pudieran resistir el peso de mi amor.
Entonces me alzaría y te perseguiría por tus insondables caminos.
Me anclaría a tu pie con un cabo de esperanza y
me dejaría arrastrar hasta los confines de tus obsesiones.
Me sometería a tu huidiza voluntad con una sonrisa en mi cara.
Quizás aflojarías tu cadena, quizás me llevarías hasta tu cuerpo,
Y me elevarías hasta tocar tu cielo.
Pero desde el rincón de mis ojos, vigilo tu senda.
Es todo lo que me atrevo a hacer.
Antes de que llegue el atardecer y tenga que huir.
Antes de que te des cuenta que la piel que me envuelve
No es más que un disfraz de una persona que no soy,
Que encontré un día mientras te espiaba.
Y ahora se me hace tan difícil dejarte.
Dejarte sin haber podido saborear tus mieles.
Dejarte sin haberte tenido y sin decirte lo que siento.
Pero me iré con esa losa, deshaciendo el camino recorrido
Y temiendo que te atrevas a seguirme,
Porque allí donde vuelvo no hay sitio para ti,
Sólo soledad entre gente y arrepentimiento.

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