miércoles, 12 de mayo de 2010

Dos palabras


Pensé que dos palabras podrían salvarme la vida, y las busqué desesperadamente.
Comencé mi camino con el estomago lleno de mariposas, la frente vacía y al alma cogida con alfileres.
La primera piedra se hizo tediosa, mas la guardé en mi petate de sueños, la envolví con cariño y la llamé recuerdo. 
El sol iluminaba mi sendero.
En lo alto del firmamento, el horizonte parecía tan lejano, tan inalcanzable, que me despisté cogiendo flores salvajes. 
Varios ramilletes llenaron mi cofre del tesoro, izaron mis velas y soplaron mi navío, más perdí el rumbo en mares bravíos, y el naufragio conquistó mi reino. 
Años pasé rescatando memorias del pasado, sollozando mis despojos y abriéndome al dolor.
La luna estaba altiva y esperaba de día que las estrellas la quisieran rondar, y yo sólo la podía observar desde mi umbral. 
Arrastrando mi fatalidad encontré un lugar llamado vida, que creía perdido y olvidado, y con el ansía cargada esculpí un rostro en el barro de la felicidad.
Le dí su forma, sus labios, sus ojos y me faltó su ternura y su bondad. 
Ésas las recibí prestadas, a cambio de capitanear la andadura de su ventura, que con gusto acepté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aullame o ladrame